lunes, 5 de octubre de 2009

LIDIA RODRIGUEZ, Reflexiones...

LIDIA EN EL ENCUENTRO POR UNA EDUCACION NACIONAL Y POPULAR, Conocimiento, modestia y militancia.

REFLEXIONES ACERCA DE LA ALFABETIZACIÓN.

Por la doctora y militante Lidia Rodriguez

“Para nosotros, así como la alfabetización es política, la construcción de conocimiento es absolutamente política, en muchos sentidos. Entonces no estoy acá como doctora e investigadora de la UBA, sino como militante del conocimiento.

Yo trabajo mucho en la historia de la educación. Quizá la historia nos permite pensar en futuro y en presente. Desde ese lugar vale la pena interrogar. La historia nos permite deconstruir y repensar aquello que está naturalizado. La alfabetización se plantea siempre como un término propositivo: alfabetizar está bien. Y sí, está bien, pero eso es una posición. No para todo el mundo está bien.

En Latinoamérica hay enormes poblaciones cuya principal fuente de comunicación, expresión y construcción de la identidad, es oral y no escrita. No tienen un lenguaje escrito. Para ellos la alfabetización es muy importante por segunda lengua. Una segunda lengua al español y la escritura en español. Hay un trabajo de Emilia Ferreiro donde analiza cosas que dicen algunos analfabetos y a la conclusión que llega es que para muchos analfabetos, saber leer es como saber nadar: viene bien pero no es imprescindible.

Entonces la alfabetización tiene que ser contextual. ¿En qué contexto se desarrolla el proceso de alfabetismo? Y a partir de esa pregunta empecé a hacer un breve racconto de lo que me parece que uno puede ver a lo largo de la historia de América Latina, diferentes maneras de encarar la alfabetización. Que son maneras de encarar, que si bien tienen desarrollos más fuertes en ciertos momentos históricos, también me parece que no han desaparecido. Son formas de alfabetización que se consolidan en todos estos procesos, particularmente en los siglos IXX, XX y XXI y que son concepciones que permanecen.

“...En ese planteo, la propuesta alfabetizadota, tiene un fuerte contenido civilizatorio en el sentido de obstrucción cultural, desaparición de las culturas anteriores...”

Quizá no de manera central, pero que no han desaparecido. La primera concepción es la civilizatoria. Cuando Sarmiento escribe su libro que se llama “Civilización o Barbarie”, plantea que el gran problema latinoamericano, que algunos planteaban como segunda independencia -la primera fue la política- que es cultural, del siglo IXX, Sarmiento no plantea la independencia sino construcción, la civilización. Y ese discurso civilizatorio, que explicó la problemática de América Latina posterior a las guerras de la independencia, en términos de una dicotomía de civilización o barbarie.

En ese planteo, la propuesta alfabetizadota, tiene un fuerte contenido civilizatorio en el sentido de obstrucción cultural, desaparición de las culturas anteriores. Después de la guerra civil, de la muerte ideológica de grandes contingentes de las culturas originarias, primero con España, y después de grandes contingentes de gauchos, sujetos latinoamericanos. Esa enorme guerra civil que atraviesa el continente, bueno, ahora viene una batalla cultural. La escuela fue un valuarte civilizatorio muy importante. La escuela pública, antes que fuera un hecho era una obligación.

Y cuando llegaba la maestra a los territorios mapuches o al norte santafesino, la gente no entendía muy bien de qué se trataba. Y la escuela se tuvo que poner a construir su propia legitimidad, imponerse sobre las culturas que preexistían. Entonces, la escuela que era fundamentalmente alfabetizadora, se inicia como un proceso civilizatorio.

“Estados Unidos asume una fuerte batalla por su propia hegemonía en el continente y como muchas estrategias que se dan, se da la educativa como una estrategia muy importante...”

Con esa doble carga que tiene esa moneda: por un lado implica un proceso de homogeneización popular y por otro llevar al conjunto de las mayorías lo que era la tecnología más avanzada, que era el libro. Entonces, la llegada del libro, en América del Sur, viene de la mano del proyecto político que subordina la economía continental al modelo económico, que promueve el modelo agroexportador. Ahí se articula. Modelo civilizatorio.

Un segundo sentido, sería uno más democrático. Que se instala en los años 60, de la mano del desarrollismo. Después de la Revolución Cubana, Estados Unidos asume una fuerte batalla por su propia hegemonía en el continente y como muchas estrategias que se dan, se da la educativa como una estrategia muy importante. De su mano, vino mucho financiamiento técnico para la educación de adultos. Y tuvo un gran espectro el desarrollo de la educación de adultos.

En ese momento aparece fuertemente la idea de alfabetización como motor de desarrollo. En las campañas que se expanden por muchos países, se dice que es la alfabetización que va a hacer posible el desarrollo latinoamericano. Sin poner en cuestión la propiedad de la tierra, el modelo de producción ni la distribución de la riqueza. Fíjense cómo el discurso neoliberal recupera de alguna manera eso, cuando dice que hay que capacitarse para conseguir trabajo, mientras se cerraban las fábricas. Parece que el problema de conseguir trabajo es un problema de formación y además es individual: los que se capaciten solos, con un gran esfuerzo, van a ser los que triunfen en el modelo social neoliberal que es el modelo de todos contra todos y tiene como horizonte en ese sentido, la ganancia y la justicia, que es otro sentido, de otra pedagogía.

Me parece que podemos ubicar como grandes rasgos, el modelo democrático desarrollista, obligado al proceso de desarrollo de los años 60, que son muy educacionistas en el sentido de pensar que la alfabetización por si sola va a promover el proceso de desarrollo y que además, produce grandes paradojas.

“...que podríamos marcar en concepto a la alfabetización, es lo que está todo imaginado, que podemos llamar tríptico, que nos trae Freire cuando dice “lectura en la palabra y lectura en el mundo”. No alcanza con descifrar un código, sino que hay que abrir la posibilidad de diversas lecturas en el mundo y la alfabetización se trata de eso.

“Hoy estamos diciendo defensa y transformación de la escuela pública. Entonces tenemos ahí un eje en el espacio de lo público como espacio de construcción de lo común...”En ese sentido, todos somos alfabetizados y todos somos un poco analfabetos, porque las posibilidades en el mundo no tienen fin. Y a lo mejor alguien que no maneja el código de la lectoescritura nos enseña miradas del mundo más ricas que grandes volúmenes escritos, con un soporte escrito y no del tipo oral. Y creo que somos herederos de esa postura, de la tradición previa. Pero Freire escribió “La pedagogía del oprimido” en el año 70, o sea hace más de 30 años. Los conceptos cambiaron.

Entonces sí me parece que tenemos que recuperar esa herencia, pero hay que discutirla y volver a ponerla en el nuevo contexto. Ahí nos faltarían dos cosas, que son también para discutir con los compañeros: la importancia del espacio de lo público. En los 60 Freire planteaba una educación paralela a la escuela. Hoy estamos diciendo defensa y transformación de la escuela pública. Entonces tenemos ahí un eje en el espacio de lo público como espacio de construcción de lo común, en el que tenemos que replantear el problema de la alfabetización. Los estudios sobre alfabetización en América Latina.

Tema central, me parece, es el de la formación docente: no cualquiera puede alfabetizar. Y hay muchos de militancia. Creo que hay que recuperar la idea de militancia, con ese un plus de compromiso, que no es un trabajo burocrático, sino que es un plus de utopías, ganas, afecto que nos convoca a caminar con el otro. Entonces, esa militancia que es la alfabetización, requiere formación. Cuando tuve la preciosa oportunidad de construir con algunos compañeros, algunos espacios de formación de alfabetizadores, que articulan luego con el sistema de adultos, y ahí es una articulación también del programa y el sistema de educación de adultos en la provincia, con sus lógicas, su historia, su sedimentación.

“Me parece que el esfuerzo es discutir el espacio de lo público”.

Y hay un trabajo de formación compartida, que también es muy rico. La experiencia en territorios, en las casas, el trabajo en el territorio, articulándose al sistema de educación pública que le va a permitir a esas personas acceder a alfabetizar. La idea es de educación primaria, pero también en escuelas. Es el deseo de mucha gente, de personas que participan de la alfabetización. Me parece que el esfuerzo es discutir el espacio de lo público.

El esfuerzo de discutir educación popular hoy, entre otras cosas, tiene que ver con rediscutir y repensar el espacio de lo público como lo común. Lo público no es un problema de gestión. No hay gestión pública y privada. Por un lado hay que discutir lo público y por otro imponer nuevamente la militancia con la docencia, la enseñanza. En el sentido profundo de la transmisión. Creo que hoy requiere darlo al sistema de educación pública, permitir la continuidad de los estudios y pensarlo siempre en contexto. No descontextuar. Con esto, son algunas idas para seguir discutiendo. Muchas gracias.

*Lidia Rodríguez, doctora en pedagogía y Directora de APPEAL Argentina